Es común que algunas personas experimenten malestar emocional después de expresarse y establecer límites, incluso cuando lo hacen de manera adecuada. Este sentimiento puede estar relacionado con varios factores psicológicos y emocionales que vale la pena explorar:
Culpa o inseguridad: Si no estás acostumbrado a defenderte, es posible que sientas culpa o inseguridad al hacerlo. Crecer en un entorno donde las necesidades de los demás siempre eran priorizadas puede llevarte a sentir que defender tus propios derechos es "egoísta".
Miedo al rechazo: Expresarte asertivamente puede causar preocupación sobre cómo los demás lo tomarán. El miedo a ser rechazado o juzgado negativamente puede hacerte sentir que hiciste algo mal, incluso si tu comportamiento fue totalmente razonable.
Condicionamiento social: En muchas culturas, se valora el sacrificio personal o el no generar conflictos. Si has internalizado estos valores, podrías sentirte incómodo o dudar de ti mismo cuando tomas una postura firme en defensa de tus necesidades.
Empatía excesiva: Ser empático es una virtud, pero en exceso puede hacer que te pongas demasiado en los zapatos de la otra persona y sientas malestar por haber impuesto un límite, especialmente si piensas que has causado incomodidad.
Falta de práctica: Como cualquier habilidad, la asertividad requiere práctica. Si no estás acostumbrado a expresarte y hacer valer tus derechos, es normal que al principio te sientas extraño o incluso mal, pero con el tiempo aprenderás a sentirte más cómodo.
Sentirte mal no significa que hayas hecho algo incorrecto. De hecho, aprender a respetarte y a expresarte es un paso hacia el crecimiento personal y el bienestar emocional.
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